Para
contextualizar este artículo de opinión, imagínense manejando por las calles de
Mexicali Baja California en un día de verano cualquiera donde es de lo más
normal que el termómetro alcance los 45 grados centígrados, y donde también es
de lo más normal ver a familias enteras de migrantes deambulando por las
calles, vendiendo productos en los semáforos o aglomerándose en los alrededores
de los albergues, al mismo tiempo que en esas mismas calles, es común ver
grandes mantas colgadas en las fachadas de fábricas y supermercados solicitando
empleados, o ver pequeñas carpas en parques o en banquetas de calles
principales de las colonias populares donde alguna empresa está reclutando
personal. Pero ninguno de esos empleos que abundan en la ciudad está disponible
para esos migrantes que quedaron varados aquí y cuyo andar por la ciudad en
búsqueda de su supervivencia, no solo genera una mala percepción entre la
población local, sino que crea un grave problema humanitario, lo que me lleva a
preguntarme ¿cómo es posible que esto suceda? Y sobre todo que se debe de hacer
para corregirlo.
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La
respuesta a la pregunta inicial es sencilla, simplemente se debe de integrar a
los migrantes a la economía local, mediante la emisión de visas de residencia
temporal por parte del Instituto Nacional de Migración, que les permitan
obtener un trabajo formal en la localidad y de esta manera no tengan que
depender de apoyos de instituciones gubernamentales, ONGs, o de la caridad de
la población local. Pero el verdadero problema está más bien en el ¿por qué?
después de casi tres años de las caravanas, la gran mayoría de estos migrantes
siguen sin recibir permisos de residencia temporal que resolverían gran parte
del problema humanitario, sobre todo en algunas de las ciudades fronterizas
donde se vive una sobreoferta de empleos que requieren de pocas o nulas
habilidades o experiencia, y que convenientemente son el tipo de vacantes que
los migrantes podrían ocupar
La
migración es un problema nacional, y no local de las ciudades fronterizas como
históricamente se ha considerado
Desafortunadamente
la respuesta a mi pregunta es peor de lo esperado, pues no se trata de simple
burocracia que hace que el proceso de otorgar visas de residencia temporal sea
lento, sino que se trata de una vil falta de interés por parte del gobierno
federal al problema, ya que las verdaderas consecuencias de la migración se
presentan casi exclusivamente en las ciudades fronterizas, donde solamente vive
cerca del 6% de la población nacional, o sea solamente el 6% de los votantes, y
que además se encuentran a miles de kilómetros tanto de la vista de las
autoridades federales como de los medios nacionales, quienes tienen la
capacidad mediática de presionar al gobierno federal, que es la única entidad
gubernamental con la verdadera capacidad de resolver el problema.
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Lo
que se hace evidente con la reacción de los medios nacionales a lo sucedido en
días pasados tras la resolución de la suprema corte de Estados Unidos que
obliga al gobierno de Joe Biden a reactivar el programa Remain in México, que
provocará que miles de migrantes sean enviados a ciudades fronterizas de México
a esperar que se resuelva su situación migratoria en Estados Unidos, y a
las acciones cuestionables de la guardia nacional en la frontera con Guatemala,
lo que obviamente ha provocado que nuevamente la atención de la opinión pública
nacional se centre en la migración, pero ninguno de los argumentos sobre
cómo debe reaccionar ante estos hechos el gobierno mexicano, contemplan los
efectos de la migración en las ciudades fronterizas, las cuales una vez más,
han quedado en el limbo entre políticas migratorias de dos países que toman
decisiones que las afectan directamente pero que no las toman en cuenta y que
tampoco les interesa lo que ahí suceda.
Y
es precisamente este punto, tanto el origen como la principal razón por la que
no se ha mitigado este problema, ya que tanto el gobierno federal como los
medios nacionales tratan a la migración como un problema nacional de flujo
temporal de personas de norte a sur, en el cual la única preocupación de
nuestras autoridades debería ser el respeto a los derechos humanos de los
migrantes en su paso por México, pero olvidan que históricamente muchos de
estos migrantes se quedan por semanas o meses en las ciudades fronterizas en lo
que logran cruzar a Estados Unidos, además de que estas ciudades reciben todos
los días a los connacionales deportados, quienes al ingresar a nuestro país son
entregados por las autoridades estadounidenses al Instituto Nacional de Migración,
y quienes una vez salen de sus instalaciones se convierten en problema de las
autoridades locales, pues a pesar de ser mexicanos, literalmente son botados en
ciudades que no conocen y que se encuentran a cientos o miles de kilómetros de
sus lugares de origen, donde en la mayoría de los casos no tienen familiares o
conocidos que los puedan apoyar, por lo que se ven obligados a ver por su
supervivencia en la peor escenario al que un ser humano podría enfrentarse en
su vida, escenario al que las ciudades fronterizas se han visto obligadas a
afrontar por décadas como si la migración fuera un problema local, siendo este
en realidad un problema de índole nacional.
Las
caravanas migrantes lo cambiaron todo
Pero
las caravanas migrantes de finales de 2018 cambiaron esta dinámica que ya
representaba un grave problema a nivel local, debido a que esta vez se trataba
de miles de personas viajando al mismo tiempo, y que debido a las políticas
implementadas en ese momento por el gobierno de Donald Trump se vieron
obligadas a permanecer en México, lo que en realidad significó que quedaron
varados en las ciudades fronterizas, donde miles de personas al mismo tiempo se
vieron en la necesidad de buscar la manera de alimentarse, encontrar un lugar
donde vivir y sobre todo un trabajo que les permitiera subsistir mientras
esperan a que su situación migratoria en Estados Unidos se aclare, si es que
ocurre en algún momento.
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Pero
una vez más la visión cerrada y centralista, tanto del gobierno federal como de
los medios nacionales cuya presión mediática puede influenciar las decisiones
del gobierno federal, han provocado que las acciones del gobierno federal en
las ciudades fronterizas se limiten a apoyos temporales a los albergues
mientras el tema es noticia, pero al día de hoy casi tres años después, el
gobierno federal ha fallado tanto en crear políticas que atiendan el verdadero
problema que es la falta de integración de los migrantes a la economía
mexicana, y en apoyar a las autoridades locales a afrontar este problema, y lo más
importante implementar políticas de gobierno encaminadas al largo plazo, ya que
nos guste o no, la nueva realidad que han generado estos grandes flujos de
migrantes de centroamericanos es que la mayoría de ellos terminaran quedándose
en México, ya que a pesar que el gobierno de Estados Unidos cambió su enfoque
hacia la migración, resulta prácticamente imposible que acepten a todos los
migrantes que están llegando a su frontera en busca de asilo.
Falla
del estado mexicano al afrontar la migración
Por
esta razón este artículo de opinión no se enfoca en las causas que provocan que
las personas migren a Estados Unidos, ya sea de México como de otros países de Latinoamérica,
ni en las de violaciones de derechos humanos, aunque el abandono del gobierno a
este problema ha causado pequeñas crisis humanitarias, que son en sí mismas
ejemplos de violaciones a los derechos humanos de los migrantes, sino en la
falla monumental del estado mexicano en buscar la integración de los migrantes
a la economía mexicana, no solo por cuestiones humanitarias, sino para evitar
que los migrantes queden expuestos a ser fácilmente reclutados o abusados por
el crimen organizado, lo que incrementa aún más nuestros serios problemas de
inseguridad, y a la histórica falla hacia los habitantes de la frontera quienes
una vez más hemos sido dejados a nuestra suerte en medio de este fenómeno
migratorio.
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Y
hago punto en mi referencia anterior sobre la falla del estado mexicano por
resolver el problema, debido a que no solo el gobierno federal ha fallado aquí,
sino también las autoridades estatales y municipales, ya que si bien cuentan
con recursos y facultades muy limitadas para resolver este problema, han
fallado de forma generalizada en presionar al gobierno federal para que haga su
trabajo en este tema, así como también han fallado en cabildear ante
instituciones federales de forma directa como por ejemplo ante el Instituto
Nacional de Migración para que expida las visas temporales necesarias y
apoyarlo en la operación local si ese fuese el problema.
Remain
in México puede representar una oportunidad
Y
es precisamente esta capacidad de cabildeo o ejercer presión, la que se
requiere en este preciso momento, pues la resolución de la suprema corte de
justicia de Estados Unidos, que obliga a la administración de Joe Biden a
reactivar el programa Remain in México, ha obligado a las autoridades
estadounidenses a negociar con las autoridades mexicanas para reactivar el
programa, lo que le da a nuestros gobernantes una pequeña ventaja a la hora de
negociar, ya que a diferencia de lo sucedido hace dos años, cuando el ex
presidente de Estados Unidos Donald Trump obligó al gobierno de López Obrador a
aceptar sus políticas migratorias bajo la amenaza de aranceles a las
exportaciones mexicanas, esta vez es completamente diferente y el gobierno no
solamente puede, sino debe negociar la asignación de recursos destinados a
albergues y recursos para la creación de programas cuyo objetivo sea la
integración de migrantes a la economía mexicana.
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Y
si la excusa para no incluir en la negociación, estos recursos para albergues y
programas de integración local fuese el miedo a la corrupción a nivel local, en
ese caso el gobierno mexicano puede fácilmente aplicar a través de sus
instituciones federales quienes sin la necesidad de ningún cambio en las leyes
cuentan con las facultades para hacerlo. Por esta razón resulta indispensable
la presión de los gobernantes y legisladores de los municipios, distritos y
estados fronterizos, tanto para buscar que el gobierno federal lo negocie, como
para vigilar que en caso de que estos recursos se obtengan sean efectivamente
aplicados en la frontera, y no en otro lugar u otro rubro del presupuesto
federal.
Pero
lo peor de todo esto, no es que el gobierno federal o los medios nacionales
tomen en cuenta a las ciudades fronterizas en lo que respecta al tema de la
migración, sino que esto tampoco se toma en cuenta a nivel local, por ejemplo,
yo vivo en Baja California donde cerca del 80% de la población vive en ciudades
fronterizas y nunca he escuchado o leído alguna postura sobre cómo integrar a
los migrantes a la economía local por parte de ningún gobernante o político, ni
por parte de los medios locales. Y eso que, a diferencia de otras partes de la
frontera, aquí una buena parte del problema se resolvería simplemente
facilitando a los migrantes trabajar en la economía formal, ya que incluso para
muchas empresas locales es un problema el llenar sus vacantes de puestos que
requieren de pocas habilidades o experiencia.
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